Para un segmento de las audiencias, el humor con referentes políticos es la forma privilegiada e incluso única de informarse acerca de la política. El ensanchamiento democrático de la libertad de expresión, así como la abundancia mediática contemporánea, permite la proliferación de formatos —sobre todo televisivos— en los que el humor y la sátira política respecto a actores, situaciones y temas políticos son un asunto cotidiano. Por su parte, en las redes sociales digitales también circulan con frecuencia mensajes políticos con tono humorístico, conocidos como memes. La conectividad intensa de las audiencias a dichas plataformas, promovida por la proliferación de dispositivos móviles, posibilita una emisión y exposición copiosa de estos formatos a audiencias que, a menudo, no se vinculan con la esfera política.
Resulta pertinente, entonces, la reflexión acerca de las consecuencias democráticas de este fenómeno. Dicha interrogante implica algunos antecedentes que conducen a posiciones tanto optimistas como pesimistas. Frente a la forma tradicional de obtener conocimiento político factual —mediante la prensa de referencia principalmente—, el entretenimiento político se caracteriza como un mensaje frívolo y carente de sustancia. De ahí que, a través de talk shows y programas de variedad o ficción, las audiencias no sólo aprenden poco sobre política, sino que cultivan actitudes negativas de desconfianza o cinismo ante los políticos, quienes son retratados como incompetentes, torpes, desleales o corruptos. La posición opuesta valora la presencia histórica y ciertamente inocua de la sátira política en las sociedades democráticas modernas, la saludable función que tiene respecto a la crítica y desacralización del poder. Por lo tanto, la investigación empírica acerca de los formatos específicamente televisivos de humor político demuestra los efectos más bien prodemocráticos de éste: atrae audiencias despolitizadas, con poco interés en los medios informativos; genera una sensación de competencia para entender el escenario político (eficacia política), e informa de los asuntos políticos a dichas audiencias, con lo cual proporcionan mínimos de reflexividad.
En ese sentido, el meme no tiene tras de sí más que una reflexión un tanto especulativa acer-ca de sus potencialidades y peligros, gestada a partir de las posiciones tecnófilas y tecnófobas que pueblan el pensamiento académico sobre las tecnologías digitales. Ello no obsta para que se planteen elementos que ayuden a entender si —y cómo— las audiencias se vinculan con la política a través de los memes. En consecuencia, se proponen dos insumos para una aproximación académica al objeto. El primero recurre a los hallazgos de la línea de estudio del humor político televisivo, de los cuales se extraen hipótesis y supuestos de partida que demuestren pertinencia para adaptarlos posteriormente al formato del meme. El segundo supone un ejercicio empírico de recepción de dichos contenidos por parte de las audiencias, realizado con la técnica de grupos de enfoque y la ejecución de cuatro de ellos. La premisa de este ejercicio y de la legitimidad científica del objeto de estudio es que los memes políticos generan significados pertinentes para que las audiencias lleven a cabo su papel de ciudadanos, en alguna de las varias dimensiones que esto implica. Dicho de otra manera, pensamos que los memes cuentan con una utilidad cívica para las audiencias que queremos explorar.
Ambas operaciones requieren el desarrollo de algunos enclaves teóricos. Desde luego, proporcionamos una definición mínima acerca del meme, su origen y los rasgos de identidad del formato, así como reflexiones a propósito de su contenido político, de cara a las audiencias. No obstante, para darle un tratamiento teóricamente consistente, colocamos dicho formato en la tradición de estudio del infoentretenimiento político o politainment, a partir de la cual se adquieren varias conceptualizaciones. Asimismo, se recurre a diversos estudios empíricos en esa línea, que unas veces reportan efectos del humor político prodemocráticos, y otras, antidemocráticos. A pesar de la ambivalencia de los resultados, en su conjunto estas fuentes suponen un punto de partida concreto, no especulativo, en relación con las posibles consecuencias de los memes en las audiencias. Finalmente, proporcionamos los pormenores metodológicos de nuestro estudio cualitativo de recepción, el reporte de hallazgos, así como las vetas de estudio que se abren a partir de la conjunción de éstos y la tradición investigativa previamente reseñada.